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¡No seas mamá alcahueta!

¡No seas mamá alcahueta!

Por Maria Marin

“No quiero que a mis hijos les falte, lo que yo nunca tuve”. Esta frase la utilizan con frecuencia los padres que quieren justificar todas las alcahueterías que tienen con sus hijos.
Mi amiga Diana es un buen ejemplo. Cuando su hijo cumplió 16 años le regaló una “laptop”, un “plasma TV” y como si fuera poco ¡un carro deportivo! Esta actitud desmedida de consentir al joven se debe a que ella no tuvo ningún lujo en su niñez, y como batalló muy fuerte para conseguir lo que hoy tiene, no quiere que esta historia se repita con su muchacho.
Quizás, tú también accedes a los antojos de tu hijo con la rapidez de un rayo. Tal vez asumes responsabilidades que él tendría que cumplir, o le resuelves problemas que debería solucionar por sí solo.
Al hacerle la vida tan fácil y complacer todos sus caprichos, inconscientemente, ¡LE ROMPES EL CAPULLO!
Cuando la mariposa está casi lista para abandonar su capullo, empieza a “forcejear” y “patalear” para salir a volar. Alguien que no entiende este proceso piensa que está sufriendo y agonizando. Entonces, en su ignorancia y con el afán de socorrerla, comete el grave error de abrirle la envoltura y en vez de ayudarla, le troncha su futuro. Este arduo jaloneo que pasa la mariposa es vital para desarrollar fuerza en sus alas y así poder volar victoriosamente.
Esto mismo sucede con el desarrollo de un niño: cuando evitas que se esfuerce y le das todo, en vez de ayudarlo, perjudicas su crecimiento. Lo privas de descubrir su espíritu emprendedor, y la capacidad para defenderse y ser independiente más adelante. Es maravilloso darles gusto a los hijos, pero existe una verdad universal que dice: los seres humanos disfrutan más los logros alcanzados con sudor, que los obtenidos sin pasar trabajo alguno.
Por eso ¡No seas tan alcahueta!. Permítele a tu hijo experimentar la satisfacción que produce adquirir triunfos por uno mismo.

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