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Una leyenda del beisbol de Aguascalientes visita OKC

Una leyenda del beisbol de Aguascalientes visita OKC

Una leyenda del beisbol de Aguascalientes visita OKC


Redacción local

 

José Escobar Esparza se toma el tiempo para reflexionar cada respuesta. Cada frase está acompaña de un segundo de pausa. 

A don José ya no le interesa romper vertiginosa el viento de la forma en que lo hizo cuando joven, cuando como pitcher, sus lanzamientos zumbaban antes de anidarse en la mascota del catcher.

José Escobar se encuentra de visita en Oklahoma para visitar a su familia, pero acepta gustosamente conversar sobre sus grandes años en el beisbol, los mismos que le convirtieron en una leyenda en su natal Cavillo, Aguascalientes.

 

“Hace dos años tuve esta enfermedad que anda tan de moda, el Covid. Desde entonces tengo secuelas. Sigo sin tener gusto en el paladar y me cuesta trabajo recordar ciertas cosas”, confiesa don José, en una grada de Mexican/American League que cada fin de semana se desarrolla en Oklahoma City.

 

El compás al hablar de don José, que, como dice la canción hoy parecería perdonar al viento, alcanza para narrar la época en que como pitcher llegó a lanzar 19 entradas de un partido.

“Perdimos el partido por una decisión errónea del ampayer de primera base”, relata Escobar, quien en esos mismos años lanzó otras partidos de 12 y uno más de 16 entradas.

Dichas hazañas, además de su trabajo en la política local de su amado Cavillo, le llevaron ser merecedor de ser homenajeado con una placa que actualmente está ubicada en el estadio Alberto Romo Chávez, en Aguascalientes.

“Estamos en espera de que cambien la placa para Cavilo, al Salón de la Fama que se espera luego inauguren allá”, agrega María Escobar, hija de don José y quien migró desde hace unos años a Oklahoma.

EL BEISBOL, UNA FORMA DE VIDA

Para don José, el beisbol no fue únicamente una forma de ganar dinero, al contrario, le significó una forma de vida.

“Ahí anduve muchos años viajando a lo largo de México, yendo a jugar en donde mejor me pagaran para sobrevivir, pero aunque en algunas ocasiones estuvieron a punto de poncharme, siempre salí adelante ante las adversidades”.

 

Gracias a esas giras por el territorio mexicano es que conoció Zacatecas, Jalisco, Chihuahua, Sonora, Sinaloa. Todo el horizonte mexicano que en la década los sesenta parecería todavía una película a blanco y negro como las que hicieron famoso a Emilio “El Indio” Fernández.

“Jugábamos para comer y mandar unos pesos a la casa. Lo que en realidad me dejaba más ganancia era cuando algunos apostadores venían y me decían `te doy 50 pesos ponchar a este o al otro`”.

 

Don José se quedará acaso unos 10 días en Oklahoma para convivir con sus hijas y sus nietos. Viene a visitar a los seres que ocupan su corazón, pero su mente está en el amado Cavillo, en Aguascalientes.

“Yo no me puedo quedar aquí. La comida me mal, y tengo que regresar a mi casa a ver mis pendientes, a estar con mis amigos”, añade con José, quien tampoco tiene empacho en invitar al reportero a que lo visite en Cavilo.

“Todos son bienvenidos en mi tierra. Se come bien y se juega buen beisbol”, refrenda, con una sonrisa nostálgica. 

 

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